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Reflexión
Mi silencio me consume: en lo breve de mi andanza, el cultivo de las llamas van esparciendo polvos incinerados y la cruda realidad les da tiempo al embarazo; nadie quiere cosechar lo sembrado por los cultos; ¡se está muriendo doña Esperanza!, en su agonía, ha llamado el alcalde: no se encuentra ese señor; contesta la cafetera, ¿ quien diría en otros tiempos? que mi hambre es ajena, ¡me quitaron el regalo que he soñado desde niña!.
¡Que alguien diga algo! No ven que sueño despierto las desgracia de mi bien; veo que nadie puede escucharme, han perdido el sentir, hoy deambulan por las veredas como lo hacen las cabras, con las miradas perdidas sin detener esa marcha en el rumbo hacia la loma; ¡hijo mío!, ya despierta que la noche ya se asoma; María, dice que escucho la golondrina, les daré una vuelta al sembradío, no confió en esa empaliza.
¿Y cuando se acabe toó? Será culpable mi familia de todo lo que paso, ¿Dónde están los responsables de cuidar de la cosecha?, ahora sólo queda rascarme la cabeza, como les digo al pueblo que una hermosa mujer me enamoro con astucia, hipnotizó mi sapiencia y les entregue todo mi porvenir; su nombre no lo quiero mencionar es permisible la culpable por dejarme acariciar de ella.
¡Sabio! ¿Quién es sabio?, ahora puedo discernir de todos los que me rodearon, en sus mentes tienen un fin, hacerse dueño del sudor de mis pobres compaisanos; esos que me entregaron sus madrugadas, sus sacrificios, sus añoranzas, de comer con ilusión fruto de sus trabajos y sus ganas de varón.
¿En donde pongo la cara, cuando llegue al poblado?, mi corazón tiembla de pena, tristeza, impotencia, en presencia de mis partidarios, me he llevado sus cosechas y he regresado como si fuera una proeza; pero tengo una salida, les are una promesa, les diré que las ventas fueron buenas y que tendrán que esperar, porque los Bancos tienen problemas, y no pueden desembolsar.
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