Golpe de Estado del 23 Febrero del 1930
Por: José Madera
boyeregard@gmail.com
El general Rafael Leónidas Trujillo Molina se encargó de entregar armas viejas que el periodista Rafael Fello Vidal llevó a Santiago supuestamente para asaltar la Fortaleza San Luis, lo que hicieron los generales José Estrella y Desiderio Arias Junto a Rafael Estrella Ureña y sus seguidores.
Los conjurados contra el presidente Horacio Vásquez decidieron aparentar una revuelta la noche del día 22 de febrero de 1930 luego de una arenga de Estrella Ureña pronunciada en lo que hoy es la Calle Del Sol con San Luis.
Desde la fortaleza marcharon hacia Santo Domingo, para obligar al presidente Vásquez a entregar el gobierno. Ante las informaciones, el presidente acudió a la Fortaleza Ozama, que era la sede del ejército y en la cual se encontraba Trujillo, quien le dio seguridades de que le era fiel. Tal promesa la hizo también horas antes al representante de Estados Unidos de América en el país.
Ya los conspiradores se acercaban a la capital por la carretera desde Santiago cuando el presidente ordenó al coronel José Alfonseca que vaya con un regimiento a enfrentar a los rebeldes, medida que fue apoyada por Trujillo.
Sin embargo, desde que el mandatario abandonó la fortaleza, Trujillo, le ordenó al coronel Simón Díaz, que fuera a reemplazar al coronel Alfonseca, con las instrucciones de que si se negaba, lo matara. También ordenó que permitiera que los rebeldes llegaran a la capital.
Es interesante saber que en el grupo del coronel Simón Díaz, iba el entonces teniente Ludovino Fernández, quien en poco tiempo se convirtió en hombre de confianza y guardaespaldas de Trujillo desde que este llegó a la presidencia de la Republica, y quien reveló luego a uno de sus hijos que se unió a Trujillo porque entendía que el presidente Vásquez lo apoyaba ante el desorden político que se había creado en el país.
Cuando los conjurados llegaron a la capital, Trujillo, le informa al presidente Vásquez que sus tropas debieron rendirse, pero todos saben entonces que el principal ejecutor del golpe era el jefe del ejército, contando con la participación de los generales Estrella y Arias, de Santiago.
Ante la situación creada, el representante de la legación diplomática de los Estados Unidos promovió una reunión entre el presidente Vásquez, y el abogado Estrella Ureña a fin de negociar la crisis, acordándose que el mandatario designaría de inmediato al abogado como Ministro de Interior y Policía, para que la semana siguiente presentar renuncia como presidente.
El acuerdo implicaba además de la renuncia del Presidente, también la del vicepresidente para que sea Estrella Ureña quien quede como presidente interino hasta las elecciones, estableciéndose además que ni Trujillo ni el vicepresidente Alfonseca puedan presentarse como candidatos.
Esa última decisión fue desoída días después cuando surge una llamada Coalición Patriótica, de Ciudadanos que presentan al general Trujillo Molina como su candidato presidencial y al presidente interino, Estrella Ureña, como candidato vicepresidencial.
Todo resultó en una sorpresa puesto que Estrella Ureña creyó todo el tiempo que sería el candidato presidencial, pero el poder se le impuso, teniendo que aceptarlo, surgiendo una situación confusa, pues debió renunciar como Presidente y en su lugar poner a Jacinto Peynado, un fiel amigo de Trujillo.
Se reafirmó así que el verdadero poder estaba en manos del general Trujillo Molina, quien siguió controlando la situación usando a su favor todas las tropas armadas. Por eso virtualmente fracasaron las candidaturas del Partido Nacional que presentó a Juan Bautista Viccini Burgos y a Martín de Moya, quienes renunciaron para dar paso a una Alianza Nacional con el partido.
Cuando Trujillo “aceptó” su nominación, leyó un discurso en el que decía que “no hay peligro en seguirme. En ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá para “tiranizar” la voluntad popular a la cual sirvo”.
Pero los opositores basaron su campaña en el lema: No puede ser, afirmado. No puede ser presidente un hombre cuya bisabuela es haitiana, ni un nombre de segunda categoría, ni un hombre traidor como lo fue ante Horacio Vásquez, ni un hombre que tiene un hermano (Petán) que coge lo ajeno.
Fuente: Voz Diaria