Su familia, el secreto mejor guardado del “padre” de todos
los cubanos, Fidel
Publicado el: 1 diciembre, 2016
Por: EFE
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La Habana.- Casado con Cuba y “padre” de todos los cubanos y de la
Revolución, Fidel Castro tuvo también una familia a la usanza que fue casi
secreto de Estado mientras comandó la isla y que ha permanecido en un discreto
segundo plano desde que se difundió su muerte el pasado 25 de noviembre.
El exmandatario deja viuda, Dalia Soto del Valle, al menos siete hijos
y un buen número de nietos. Y también a su hermano, Raúl Castro, al frente de
Cuba. Antes estuvo casado de 1948 a 1954 con Mirtha Díaz-Balart, con quien tuvo
a su primogénito, Fidel (1949); tiene una hija ilegítima, Alina (1956), de su
relación con Nati Revuelta, y de esa década se le atribuyen otros dos hijos de
relaciones fugaces, Francisca Pupo y Jorge Ángel Castro.
Fue Raúl, el presidente cubano, el responsable de anunciar al pueblo de
la isla la muerte de Fidel, y ha sido él la única cara visible de la familia
Castro durante los días posteriores, cuando se sucedieron las honras fúnebres
que se prolongarán hasta el domingo 5 de diciembre en que el comandante será
enterrado.
Así, el hermetismo que impuso Fidel a todo lo relacionado con su vida
familiar se ha prolongado incluso después de su muerte. En contraste con el
desolado y “huérfano” pueblo cubano, no hubo apenas imágenes de viuda e hijos
dolientes, y ni siquiera la prensa estatal hizo la más mínima mención de ellos
en el torrente de información publicado tras la muerte del exmandatario.
Él mismo explicaba en el documental “Fidel” (1999 y 2001), de la
cineasta estadounidense Estela Bravo, que mantener esa privacidad fue una decisión
personal porque prefería no mezclar la política con los problemas íntimos
personales. Pero existe otra razón, menos prosaica que la alegada por el
barbudo comandante, por la que su esposa e hijos han permanecido en la sombra,
alejados de los focos- la seguridad.
Sus seres más queridos representaban también el talón de Aquiles para
un hombre bajo permanente vigilancia de sus enemigos, que intentaron liquidarlo
en más de 600 ocasiones con planes a veces estrambóticos de los que Fidel logró
salir indemne. Por eso, nadie hablaba en Cuba de esa familia- habría supuesto
revelar el flanco vulnerable del comandante de la Revolución.
Tocar ese tema era impensable para todo cubano, porque a los
comprometidos con la Revolución no se les habría ocurrido poner en riesgo a la
“primera familia”, mientras que a los no tan afines les habría traído problemas
si el atrevimiento llegaba a oídos de los omnipresentes servicios secretos de
la isla socialista.
Pero no hay secreto eterno, ni siquiera en Cuba. Los isleños tardaron
décadas en ponerle cara a la mujer con la que compartía su vida quien rigió los
destinos del país durante casi medio siglo, pero acabó ocurriendo. Unos cinco
años antes de que Fidel Castro dejara el poder, el manto de misterio que
arropaba a su familia se descorrió -se filtraron unas fotos- para mostrar a una
mujer rubia, de ojos verdes y porte delicado.
Era Dalia Soto, la maestra con la que el exgobernante se unió en torno
a 1961 y se casó hacia 1980, madre de cinco de sus hijos- Alexis (el mayor y nacido
en octubre de 1961), Alexander (1963), Antonio (1969), Alejandro (1971) y Ángel
(1974).
A algunos de esos hijos se les vio mezclados entre la gente en el
homenaje popular tributado a Fidel durante dos días en La Habana, pero ninguno
habló con la prensa. Se sabe que Antonio es médico, y que Alexis y Alex han
desarrollado sus carreras en el campo de la informática.
Este último, además, ha sido el fotógrafo “oficial” de su padre desde
que dejó el poder. Las fotos de Alex Castro tomadas en la residencia familiar
cada vez que Fidel, ya jubilado, recibía a alguna visita ilustre han sido
auténticas pruebas de vida para rebatir los frecuentes y falsos rumores de que
el comandante había muerto.
En muchas de ellas aparecía, ya con naturalidad junto a su marido,
Dalia Soto como anfitriona de las visitas. La retirada del poder trajo consigo
una normalización y también permitió a los cubanos asomarse a la faceta más
íntima y cotidiana de un hombre que colgó el uniforme militar para pasarse a
cómodos chándales.
Aquellas fotos ofrecían pinceladas de su casa despejando otra
incógnita- ¿vivía Fidel rodeado de lujos, poseedor de una vasta fortuna, o es
cierto que su austeridad rozaba lo espartano y la imponía también a su entorno,
sin tolerar ningún tipo de ostentación?. Ni lo uno, ni lo otro. Las imágenes no
mostraban ostentación y sí un entorno sencillo, acogedor, con muebles clásicos
cubanos. Una casa “normal” para un hombre que forjó una vida fuera de lo común.
Fuente: Periódico Hoy Digital
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