LA MALEZA
Por: Bartolo Boyer Otaño
boyeregard@gmail.com
Opinión
El tema de la delincuencia se ha convertido en un “embrión” con múltiples cabezas y un
solo cuerpo. Se han escrito un sin
numero de trabajos periodísticos señalando como a través los años los delitos se han transformado en alternativas y/o acción
delictivas en la sociedad dominicana.
Cuando
nuestros ciudadanos cometen
infracciones en sus negocios perturbando la paz, y la tranquilidad de los residentes
en las comunidades, están contribuyendo con las motivaciones e incitaciones para que se produzcan agresiones en perjuicio
de los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Hay un móvil,
que genera los atracos y las violaciones
a las propiedades privadas y publica en todo el territorio nacional y son: el desempleo, la falta de oportunidad,
las deportaciones desde los Estados
Unidos, de millares de dominicanos que han cumplido condenas en ese país.
La ausencia de policía en los
barrios marginales, el tráfico y consumo de drogas en todos los rincones de Republica Dominicana.
Pareciera como sí
retornáramos a la época del siglo XIV y
los corsarios turcos, quienes eran piratas,
con un permiso de nombre Corso otorgado
por reyes de Inglaterra para robar a los barcos que navegaban en alta mar. Desde
hace mucho en el país, se habla de una profilaxis en el cuerpo del orden público.
Las manzanas podridas no pueden multiplicar el trabajo de los policías honestos,
que días tras días exponen su vida en procura de salvaguardar las de los
ciudadanos serios y trabajadores padres
de familia que salen diariamente a buscar el sustento como padres responsables.
Aún con la alarmante de los homicidios, los
robos, los altos índice de feminicidios tenemos la oportunidad de emprender reformas,
programas, acercamientos juveniles, conversar con los directivos de clubes, las
iglesias en general, los medios de
comunicación, todos aunar esfuerzos para
lograr rescatar la paz y la tranquilidad del país.
Tenemos los ejemplos: de otros países donde la
vida vale muy poco; aún son casos ahilados
debemos recordar que en algunos lugares de la nación
los residentes donde se
cometen algunos delitos, en barias ocasiones
han tomado las leyes en su manos. Son signos de la desconfianza que persiste en gran parte de la población.
El control
debe exhibirse en las confianza de los
ciudadanos con los que están llamados ha cuidar de las propiedades publica y privada, reflejar su buen desempeño
en fusión como un agente del orden. ¡Cuando el rio suena! ¡Es porque agua trae!
Los comentarios se oyen a voces, la
complicidad entre delincuentes y agentes policiales son comentarios negativos.
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